I
Ventanas de centro histórico. Barcelona, Venezuela
Arze Silveira 2016
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Aunque estamos viviendo el futuro con sus pro y sus contras, los
talleres de artistas lo hacen los artistas, ellos tienen la última palabra de
como realizaran su proceso creativo, bajo cánones intelectuales, academicistas,
autodidactas etc.
La idea de decir que no se necesita taller es inverosímil, raya en lo
absurdo, pues, por mucho que reflexionemos en favor de los términos
contemporáneos, un taller es y será para muchos creadores visuales un "santuario personal" donde el
artista puede construir su concepto definitivo, su proceso investigativo y sus
indagaciones emocionales en una obra. El hecho que las tradiciones artísticas
no se respeten, no quiere decir que los que buscan un oficio con seriedad y
compromiso tengan que salir a irrespetarlas para decir que son “contemporáneos” “modernos” o “rebeldes”. No comprendo la necesidad de
aquellos insultos al joven, tan solo por mantener una acción que ha pasado en
muchas generaciones que buscan en un taller: un respiro espiritual y de
crecimiento técnico.
La verdad, la decisión la toma el artista y este no se hace más o menos
si tiene taller o no, pues al fin y al cabo, hay muchos “Creadores” con grandes talleres y producciones absurdas. Mientras que hay artistas visuales con "intentos de taller" que son y
serán mejores en discurso y trabajo; por otro lado, hay quienes en su “rebeldía
creadora” desechan la idea de tener un taller y son chiripas del gremio
decadente.
Es cuestión de comodidad para ese desahogo emocional que plasmamos. Como
lo es, para aquellos que lo hacen para estar a la moda y ser sendos
“artistazos”. ¿Te hace falta un taller? —Pregúntate— ¿Por qué?
— En lo personal. Es mi fortín. La abadía de mis sentimientos. Tan solo
la creencia de saber que lo construido por mí, es un habitante más que traje a
esta tierra; un pequeño átomo que me compone y fuera de él (taller) una
partícula que se desprende.
Mi taller, Es un país. Es un mito. Una nación que solo yo conozco los
límites de su soberanía. Donde se percibe a la brevedad, la invasión de seres
ajenos a ese mundo. Imagina al planeta tierra habitado solo por ti; así me
siento en mi taller. Pero no es entrañable. El corazón de un taller es uno
mismo. Un rectángulo techado con las pulsadas de mis creaciones hace un taller.
Al final, soy la esencia principal de ese entorno. Sin mí, el taller es solo un
espacio. Con mis obras en tal sitio, es como quien se encuentra en coma. Un
cuerpo que duerme, aguardando revivir.
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