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jueves, 3 de noviembre de 2016

EL APUNTE

 
Libreta de pintor.
I

      El artista llega de la calle, toma una hoja y la raya. Plasma su desahogo emocional en esa hoja. Lo hace abiertamente. No hay leyes ni principios. Es un asunto entre la hoja y él. Hay una conversa.
     Desde mi punto de vista, el apunte es mucho más valioso que la obra en sí del artista. La hoja dice: —Cuéntame, ¿Qué tal tu día?— Y el artista expresa lo vivido.
     En la obra se aprecia el efecto metódico, el conocimiento, la maestría. En el apunte, los conflictos emocionales, la verdad oculta, la excitación o desespero.
     En la obra hay mentiras blancas y de colores. En el apunte, hay sinceridad, no se oculta nada.
     Una pintura posee pinceladas. El apunte, cicatrices, una sobre otras. La verdad maldita, el desenfreno emocional; la rigidez del día acorralado por el agobio; la escapada del cieno hacia las andanzas de charol; la caricia de la musa; la caricia sincera; el cafetear bajo conversas; la blandura de los buenos etc.
     La pintura te engaña; es el maquillaje sobre la mujer fea, o el novio infiel engañando a la noble dama; el rostro de la histeria cubierto por el — ¡Estoy bien. No pasa nada! — es la risa encadenada por la seria cara que muestran algunos, cuando han triunfado pero viven sin expresarlo abiertamente, o el Vino tinto dos años, envejecido por el comerciante que le agrega 16, porque quien lo consume es un grandísimo ignorante. Es mentira, es engaño.

     El apunte, vive, ríe, llora, expresa más emociones honestas del autor, que la tela manchada para vender. Sin duda alguna, el apunte es un amigo de papel. (He aquí uno)

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