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jueves, 3 de noviembre de 2016

EN LA CASA FUERTE

     
Ejercicio de acuarela - Arze Silveira
 En las inmediaciones de las ruinas de la casa fuerte, surge la siguiente conversa. Siendo el dramaturgo, el “cazador” de tal dialogo, este se reserva nombres a lo largo de la trama.
—Naturalmente sería insensato decir, desde nuestra postura como jóvenes artistas, que lo realizado por ciertos sofismas gerenciales de la cultura estadal es impecable. Hay algo de temeroso. He notado como a los jóvenes, cuya riqueza principal, la motivación de su premura, se ve ultrajada por la peculiaridad del terror de una administración específica.
—Entiendo tu postura.  Por otro lado hay personas que están dispuestas a apoyar. Un benéfico acto creativo es la naciente revista que nos da apoyo para expresarnos ante ese peculiar flagelo. No se puede generalizar.
—Tienes razón. Entre tanta oscuridad siempre hay algo de luz. Estando con las personas que nos apoyan, podemos notar que ellos pueden percibir lo mismo que nosotros; que si opinas en contra de… estás fuera. Mientras que, estando acá con gente de luces, en nuestra lucha diaria por vencer al conformismo, nos vuelve revolucionarios de frasco.
— ¿Cómo así? ¿Cómo es eso de revolucionario de frasco? —Miró entre risas.
— Bueno, meten  en un frasco a los pensantes que se atreven a sacar de su zona de confort a los “Revolucionarios”. Somos todos parte de una revolución ciudadana y cultural, pero son pocos los que llevan indicios de realidad con el sentir por el que se lucha. Lo demás es pura… —Miró las ruinas de la Casa Fuerte en silencio, y continuó— Nosotros, los  revolucionarios sin comillas, >> pues las comillas en  tal término son como larvas en la comida<< vamos al frasco, a modo de preservar la idea como alimento para las generaciones futuras. Recuerdo a una mujer de la cultura y se me viene el recuerdo del poema de Florentino.
— ¿Cual parte? Especifica.
— La del diablo. Cuando le quiero proponer o corregir algo a esa mujer siento que me dice con la mirada:


Ceniza será su voz.
Rescoldo de muerte afán,
Sed será su última huella
Naufraga en el arenal,
Humo serán sus caminos,
Piedra sus sueños serán,
Salud será su recuerdo,
Lo negro en la eternidá,
Para que no me responda
Ni se me resista más


¿La capitana de las tinieblas es quien te viene a buscar? —Risas.

— Bueno, el entusiasmo por el arte es algo extraño para esa mujer. Solo queda expresar >>Mucho gusto en conocerla tengo señora mujer de satanás<< Pues, como joven, tengo mejores cosas en que creer…



EL APUNTE

 
Libreta de pintor.
I

      El artista llega de la calle, toma una hoja y la raya. Plasma su desahogo emocional en esa hoja. Lo hace abiertamente. No hay leyes ni principios. Es un asunto entre la hoja y él. Hay una conversa.
     Desde mi punto de vista, el apunte es mucho más valioso que la obra en sí del artista. La hoja dice: —Cuéntame, ¿Qué tal tu día?— Y el artista expresa lo vivido.
     En la obra se aprecia el efecto metódico, el conocimiento, la maestría. En el apunte, los conflictos emocionales, la verdad oculta, la excitación o desespero.
     En la obra hay mentiras blancas y de colores. En el apunte, hay sinceridad, no se oculta nada.
     Una pintura posee pinceladas. El apunte, cicatrices, una sobre otras. La verdad maldita, el desenfreno emocional; la rigidez del día acorralado por el agobio; la escapada del cieno hacia las andanzas de charol; la caricia de la musa; la caricia sincera; el cafetear bajo conversas; la blandura de los buenos etc.
     La pintura te engaña; es el maquillaje sobre la mujer fea, o el novio infiel engañando a la noble dama; el rostro de la histeria cubierto por el — ¡Estoy bien. No pasa nada! — es la risa encadenada por la seria cara que muestran algunos, cuando han triunfado pero viven sin expresarlo abiertamente, o el Vino tinto dos años, envejecido por el comerciante que le agrega 16, porque quien lo consume es un grandísimo ignorante. Es mentira, es engaño.

     El apunte, vive, ríe, llora, expresa más emociones honestas del autor, que la tela manchada para vender. Sin duda alguna, el apunte es un amigo de papel. (He aquí uno)