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viernes, 22 de abril de 2022

¿LA JUVENTUD ES VELA CAÍDA?

     


José Carlos Mariátegui ha escrito sin contemplación: “La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre” y como los artistas son víctimas de su propia “creación” esto impera en el mercado y galerías; escuelas y universidades.
    Las obras que se ven actualmente, son a parecer del relator, un daño grave a la expresión pictórica en este creciente Milenio lleno de aforismos. ¿Siempre las galerías han servido para acariciar las necedades de quienes se hacen llamar artistas? Porque, no es artista, el que pinta para vender. Pues, querido Joven artista, si usted es de los que opina: “El mejor artista es el que más vende”. Usted es un comerciante. Y tal título de “artista” se lo adjudica usted o su mamá, pero ilegítimamente a la moral de los que sienten el arte con el corazón de pasta pictórica que muchos llevan por dentro.
     En tal destiempo de esos literarios, un caballero barcelonés, Miguel Otero Silva plasmó: “Nada más ajeno al pueblo que esa concepción cerebral y fría de la pintura totalmente divorciada de sus asuntos y de sus sentimientos. Es solo algo personal. Un diario de colores que solo su creador entiende (…) El arte nuevo pretende convertir la pintura en un oficio secundario y decorativo, auxiliar de la arquitectura (…) Con frecuencia se habla en Venezuela de pintura abstracta y  hasta se practica sin  haberse adquirido antes, una idea aproximada de lo que se está hablando o haciendo”.
     Compran los cuadros para adornar. Solo eso. Quien escribe estas líneas no se opone a la venta, pues el trabajo de nosotros vale, y todos, por más que queramos expresar nuestro sentir, aquello que nos inquieta ante el sistema, terminamos usando nuestro estudio para beneficios económicos, a modo de sobrevivencia; pero llámesenos comerciante y no manchemos ese título que (por alguna razón, la juventud del escritor no le permite comprender todavía) existe sobre nosotros.
      Por eso, cuando se escucha decir rebeldemente a un joven: “el arte es libre y yo pinto así porque me nace” estamos ante la alarmante y vertiginosa sensación de una vela caída más. Apagándose y oscureciendo nuestro campo artístico en general. Pues, es cada vez más evidente, que el joven pintor, “renovador y modernista” (en más de medio siglo comprobado) siendo el que teoriza más de lo que pinta, ya no está teorizando ni siquiera; y estos, son los que precisamente son los “embajadores de la plástica”.
     Mientras, los poderosos  se dan el lujo de seguir las  vanguardias de las corrientes  artísticas sin que esa  rebeldía domesticada altere un solo adarme de su tranquilidad espiritual en el hogar.

     

martes, 27 de febrero de 2018

¿TALLER NECESARIO?

I


Ventanas de centro histórico. Barcelona, Venezuela 
Arze Silveira 2016
    Hace algunos meses, alguien que no vale la pena citar, se burló de la existencia de un joven artistas que andaba en busca de un taller en el cual el pudiera producir en mayor escala su trabajo pictórico. El individuo se burló diciendo que era un “mediocre tradicionalista” y que debía salir de ese “concepto elitista”. Romper reglas, etc.
    Aunque estamos viviendo el futuro con sus pro y sus contras, los talleres de artistas lo hacen los artistas, ellos tienen la última palabra de como realizaran su proceso creativo, bajo cánones intelectuales, academicistas, autodidactas etc.
     La idea de decir que no se necesita taller es inverosímil, raya en lo absurdo, pues, por mucho que reflexionemos en favor de los términos contemporáneos, un taller es y será para muchos creadores visuales un "santuario personal" donde el artista puede construir su concepto definitivo, su proceso investigativo y sus indagaciones emocionales en una obra. El hecho que las tradiciones artísticas no se respeten, no quiere decir que los que buscan un oficio con seriedad y compromiso tengan que salir a irrespetarlas para decir que son “contemporáneos” “modernos” o “rebeldes”. No comprendo la necesidad de aquellos insultos al joven, tan solo por mantener una acción que ha pasado en muchas generaciones que buscan en un taller: un respiro espiritual y de crecimiento técnico.
     La verdad, la decisión la toma el artista y este no se hace más o menos si tiene taller o no, pues al fin y al cabo, hay muchos “Creadores” con grandes talleres y producciones absurdas.  Mientras que hay artistas visuales con "intentos de taller" que son y serán mejores en discurso y trabajo; por otro lado, hay quienes en su “rebeldía creadora” desechan la idea de tener un taller y son chiripas del gremio decadente.
     Es cuestión de comodidad para ese desahogo emocional que plasmamos. Como lo es, para aquellos que lo hacen para estar a la moda y ser sendos “artistazos”. ¿Te hace falta un taller? —Pregúntate— ¿Por qué?
     — En lo personal. Es mi fortín. La abadía de mis sentimientos. Tan solo la creencia de saber que lo construido por mí, es un habitante más que traje a esta tierra; un pequeño átomo que me compone y fuera de él (taller) una partícula que se desprende.

    Mi taller, Es un país. Es un mito. Una nación que solo yo conozco los límites de su soberanía. Donde se percibe a la brevedad, la invasión de seres ajenos a ese mundo. Imagina al planeta tierra habitado solo por ti; así me siento en mi taller. Pero no es entrañable. El corazón de un taller es uno mismo. Un rectángulo techado con las pulsadas de mis creaciones hace un taller. Al final, soy la esencia principal de ese entorno. Sin mí, el taller es solo un espacio. Con mis obras en tal sitio, es como quien se encuentra en coma. Un cuerpo que duerme, aguardando revivir. 

jueves, 3 de noviembre de 2016

EN LA CASA FUERTE

     
Ejercicio de acuarela - Arze Silveira
 En las inmediaciones de las ruinas de la casa fuerte, surge la siguiente conversa. Siendo el dramaturgo, el “cazador” de tal dialogo, este se reserva nombres a lo largo de la trama.
—Naturalmente sería insensato decir, desde nuestra postura como jóvenes artistas, que lo realizado por ciertos sofismas gerenciales de la cultura estadal es impecable. Hay algo de temeroso. He notado como a los jóvenes, cuya riqueza principal, la motivación de su premura, se ve ultrajada por la peculiaridad del terror de una administración específica.
—Entiendo tu postura.  Por otro lado hay personas que están dispuestas a apoyar. Un benéfico acto creativo es la naciente revista que nos da apoyo para expresarnos ante ese peculiar flagelo. No se puede generalizar.
—Tienes razón. Entre tanta oscuridad siempre hay algo de luz. Estando con las personas que nos apoyan, podemos notar que ellos pueden percibir lo mismo que nosotros; que si opinas en contra de… estás fuera. Mientras que, estando acá con gente de luces, en nuestra lucha diaria por vencer al conformismo, nos vuelve revolucionarios de frasco.
— ¿Cómo así? ¿Cómo es eso de revolucionario de frasco? —Miró entre risas.
— Bueno, meten  en un frasco a los pensantes que se atreven a sacar de su zona de confort a los “Revolucionarios”. Somos todos parte de una revolución ciudadana y cultural, pero son pocos los que llevan indicios de realidad con el sentir por el que se lucha. Lo demás es pura… —Miró las ruinas de la Casa Fuerte en silencio, y continuó— Nosotros, los  revolucionarios sin comillas, >> pues las comillas en  tal término son como larvas en la comida<< vamos al frasco, a modo de preservar la idea como alimento para las generaciones futuras. Recuerdo a una mujer de la cultura y se me viene el recuerdo del poema de Florentino.
— ¿Cual parte? Especifica.
— La del diablo. Cuando le quiero proponer o corregir algo a esa mujer siento que me dice con la mirada:


Ceniza será su voz.
Rescoldo de muerte afán,
Sed será su última huella
Naufraga en el arenal,
Humo serán sus caminos,
Piedra sus sueños serán,
Salud será su recuerdo,
Lo negro en la eternidá,
Para que no me responda
Ni se me resista más


¿La capitana de las tinieblas es quien te viene a buscar? —Risas.

— Bueno, el entusiasmo por el arte es algo extraño para esa mujer. Solo queda expresar >>Mucho gusto en conocerla tengo señora mujer de satanás<< Pues, como joven, tengo mejores cosas en que creer…



EL APUNTE

 
Libreta de pintor.
I

      El artista llega de la calle, toma una hoja y la raya. Plasma su desahogo emocional en esa hoja. Lo hace abiertamente. No hay leyes ni principios. Es un asunto entre la hoja y él. Hay una conversa.
     Desde mi punto de vista, el apunte es mucho más valioso que la obra en sí del artista. La hoja dice: —Cuéntame, ¿Qué tal tu día?— Y el artista expresa lo vivido.
     En la obra se aprecia el efecto metódico, el conocimiento, la maestría. En el apunte, los conflictos emocionales, la verdad oculta, la excitación o desespero.
     En la obra hay mentiras blancas y de colores. En el apunte, hay sinceridad, no se oculta nada.
     Una pintura posee pinceladas. El apunte, cicatrices, una sobre otras. La verdad maldita, el desenfreno emocional; la rigidez del día acorralado por el agobio; la escapada del cieno hacia las andanzas de charol; la caricia de la musa; la caricia sincera; el cafetear bajo conversas; la blandura de los buenos etc.
     La pintura te engaña; es el maquillaje sobre la mujer fea, o el novio infiel engañando a la noble dama; el rostro de la histeria cubierto por el — ¡Estoy bien. No pasa nada! — es la risa encadenada por la seria cara que muestran algunos, cuando han triunfado pero viven sin expresarlo abiertamente, o el Vino tinto dos años, envejecido por el comerciante que le agrega 16, porque quien lo consume es un grandísimo ignorante. Es mentira, es engaño.

     El apunte, vive, ríe, llora, expresa más emociones honestas del autor, que la tela manchada para vender. Sin duda alguna, el apunte es un amigo de papel. (He aquí uno)

jueves, 30 de abril de 2015

Mostrador - Lovis Corinth Admirable artista.

Autorretrato con esqueleto.
Ecce Homo.
Autorretrato con bata blanca.

Autorretrato en el estudio
Autorretrato con su mujer y copa de champán. 

El negro Otelo.

Granja.

Desnudo acostado.

Hymnus un Miguel Ángel.

Después del baño.



Autorretrato con un vidrio.

Morning sun
Flores de otoño

En el espejo

Retrato del pintor Paul Egène Gorge



Lovis Corinth (21 de julio de 1858, Tapiau (Gvardeysk), Prusia -17 de julio de 1925, Zandvoort, Holanda) fue un pintor, grabador y escultor alemán cuyo trabajo maduro realizó una síntesis del impresionismo y expresionismo.
     Corinth estudió en París y Múnich, y fue uno de los representantes del movimiento artístico Sezession (Secesión de Berlín).
     Su estilo, en un principio impresionista, evolucionó más tarde hacia un expresionismo dramático y visionario.
     Guarda ciertas conexiones con Max Liebermann, si bien este último es más relajado y ornamental.
     En 1902 abrió una escuela de pintura y poco tiempo después se casó con una de sus estudiantes, Charlotte Berend, veinte años más joven que él.
     Charlotte, además de esposa y madre de sus hijos fue su musa inspiradora, influenciándolo profundamente, la vida familiar se transformó en uno de sus temas preferidos, conjuntamente con los paisajes, los bodegones y los retratos.
    Entre sus obras destacan: Ecce Homo (Basilea, Pinacoteca), Autorretrato con esqueleto (1896; Galería Estatal de la Casa Lenbach) y La familia del dios Marte (1910; Kunsthistorisches Museum de Viena). Dejó además una amplia producción gráfica.
    Su único ejemplo en museos de España ha de ser la pintura La modelo del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

    Su obra fue exhibida en la célebre exposición Entartete Kunst en Múnich, los nazis lo consideraron arte degenerado.



viernes, 10 de abril de 2015

Mostrador - Brassaï, Admirable Artista.



















































     Brassaï, Seudónimo de Gyula Halász nació el 9 de septiembre de 1899 en Brassó, entonces parte de Hungría, hoy perteneciente a Rumania. Estudió pintura y escultura en la Academia de Bellas Artes de Budapest antes de alistarse en el regimiento de caballería de la armada austrohúngara hasta el final de la Primera Guerra Mundial. En 1920 Halász se estableció en Berlín donde trabajó como periodista y estudió en la Universidad de las Artes de Berlín.
     En 1924 se trasladó a París donde vivió por el resto de su vida. Empezó a aprender francés leyendo la obra de Marcel Proust y, viviendo entre los numerosos artistas del barrio de Montparnasse, empezó a trabajar como periodista. Pronto estableció amistad con Henry Miller, Léon-Paul Fargue y el poeta Jacques Prévert.


     El trabajo de Gyula Halász y su amor por la ciudad, cuyas calles recorría asiduamente de noche, le llevó a la fotografía. Más tarde escribiría que la fotografía le permitía atrapar la noche de París y la belleza de las calles y jardines, bajo la lluvia y la niebla. Usando el nombre de su lugar de nacimiento, Gyula Halász se hizo conocer con el seudónimo de "Brassaï", que significa "de Brassó". Brassaï capturó la esencia de la ciudad en sus fotografías, publicando su primer libro fotográfico en 1933. Sus esfuerzos tuvieron gran éxito, siendo llamado "El ojo de París" en un ensayo por su amigo Henry Miller. Además de fotos del lado sórdido de París, también produjo escenas de la vida social de la ciudad, sus intelectuales, su ballet y grandes óperas. Fotografió a muchos de sus amigos artistas, incluidos Salvador Dalí, Pablo Picasso, Henri Matisse, Alberto Giacometti y a muchos de los prominentes escritores de la época como Jean Genet y Henri Michaux.